Teatro / "LA TEORÍA DEL DESENCANTO" (El Método Kairós)

18.10.2024

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Ganadora del Premio ARTEI 2024 a la producción del teatro independiente, "La Teoría del Desencanto" se estrenó en El Método Kairós, el pasado 5 de octubre. La historia que relata nos sitúa en el año 1986, en el pintoresco barrio de La Boca. En una democracia incipiente, con nuevas iniciativas, se promulga la Ley del Divorcio. María (Julia Di Ciocco) y Francisco (Juan Tupac Soler) son un joven matrimonio de escritores: ella trabaja en una editorial, él escribe obras de teatro, aunque sin obtener demasiada repercusión.

En una noche de furiosa tormenta eléctrica, invitan a cenar a Antonio (Raúl Antonio Fernández), ex pareja de María, y también escritor, aunque consagrado…casi tanto como Shakespeare. Sin embargo, un brindis por la exitosa edición de la novela "El Desencanto" disparará impensadas revelaciones. De la velada también participa Renata (Ana Celentano), la sensual vecina italiana del piso de arriba. Otrora bailarina y alma itinerante, se convertirá en una especie de outsider que moderará una acalorada reunión.

La directora Julieta Otero ("El Reproche", "Escorpio") concibe una maravillosa pieza teatral que combina registros de drama, comedia y suspenso. Recreando el contexto social, político, cultural y deportivo, algunos significativos detalles bastan para ubicarnos en precisas coordenadas. Cruzando realidad y ficción, habrá lugar también para guiños a queridas figuras de nuestro teatro. La perfecta ambientación, utilería y vestuario no deja detalle librado al azar: nos transportamos al atractivo de una década dónde tener el último cassette en nuestras manos era estar a la moda.

La particular disposición de la puesta escenográfica nos coloca, como público, en un privilegiado lugar de interacción con los participantes. Pilar fundamental de la obra resultan las excelentes interpretaciones brindadas por su formidable cuarteto actoral, cada uno de ellos precisos en aportar matices singulares sumamente enriquecedores al momento de tomar parte de lo que parece ser una auténtica última cena: la intimidad de la pareja protagonista no tardará en ser develada, aunque conviene no adelantar los motivos ni las repercusiones. Solo se dirá que somos testigos de un mayúsculo desengaño que desencadenará el derrumbe total de la confianza entre ambos. Crisis a la vista.

Como orden de prioridad del hogar, en una mesa puede que no quepan cuatro, pero sí una máquina de escribir pronta a adquirir función de revelador instrumento. La traición cometida desnuda detalles profundamente autorreferenciales, y toda teoría tendrá sus correspondientes evidencias, argumentaciones y demostraciones. El desenfreno sabrá ubicarse en la página y el párrafo exacto. ¿Estamos ante tan solo de un acto de inspiración y fortuita coincidencia? ¿O es el ego poco domesticado y las neurosis de todo escritor aquello que prima? La magia del teatro nos permite palpar la creciente tensión.

Por despecho, el autor menospreciado incitará a su invitado al incómodo juego de descubrir verdades. ¿Quién de nosotros se animaría a decir 'yo, jamás'? Dentro o fuera de la realidad, la discusión se saldrá de cauce más pronto que tarde: la empatía y capacidad de diálogo brillan por su ausencia, los excesos viajan hacia un punto de no retorno, donde los ánimos podrían escalar hasta lo impensado. Con inteligencia, "La Teoría del Desencanto" reflexiona acerca de todo aquello que el escritor calla cuando escribe. En manos de uno quedará lo que se sabe, en el silencio de otro, lo que se oculta.

La obra nos permite, además, adentrarnos en el particular mundo de dos escritores -quien más, quién menos, narcisistas- llamados a rivalizar, evaluando algunas de las variables que hacen a un hombre de letras auténticamente reconocido. ¿La concreción de un best seller avala la calidad? La esquiva fama parece no tomar en cuenta un puñado de escritos inéditos, desperdigados por el suelo, colocando en perspectiva el valor de la obra escrita, y sopesando la relatividad de lo dado a conocer. ¿Publicar o no? ¿Editorial grande o pequeña? He aquí el dilema.

A veces, tan solo a veces, alcanza con decir (o mostrar) lo justo y necesario, porque el arma de Chéjov sigue constituyendo un principio irrevocable… ¿será que escribir es la verdadera locura?