Teatro / "EL TRÁGICO REINADO DE EDUARDO II..." (Complejo Teatral de Buenos Aires)
PH, Créditos: CARLOS FURMAN
★★★
El emblemático texto de Christopher Marlowe, autor referente de la literatura isabelina, llega a Buenos Aires décadas después de la recordada versión que encarnaran Alfredo Alcón y Antonio Banderas (en los años '80), entre otras versiones que incluyen a la vanguardista cinta dirigida por Derek Jarman (estrenada en 1991). Participante de la última edición de FIBA, la flamante adaptación, a manos de Carlos Gamerro, Oria Puppo y Alejandro Tantanian, forma parte de la programación oficial del Complejo Teatral de Buenos Aires.
Esta ambiciosa relectura sobre el clásico escrito alrededor del año 1500 se conforma como un rupturista enfoque que actualiza al tiempo presente la concepción total de la obra. Ante nuestros ojos se desarrolla una visión desmesurada, que supera las dos horas de duración y plasma una singular concepción de dramaturgia, espacio escénica y vestuario. Prestando especial interés a los apartados audiovisuales, musicales (Axel Krygier) y coreográficos (Josefina Gorostiza), se enfoca en exhibir aquellos aspectos íntimos acerca de los cuales la historia oficial prefiere callar: la homosexualidad de numerosos reyes y filósofos.
Tantanian, de dilatada trayectoria en nuestro teatro –actor, régisseur e integrante de El Periférico de los Objetos- debuta en la sala Martín Coronado, llevando a cabo un pormenorizado retrato de época, enfocándose en Eduardo II, gobernante en igual medida déspota e irresponsable, fascinado por el poder y entregado a una vida disipada. Súbdito de tantos amos, heredó el trono luego de la muerte de su hermano mayor, para luego ostentar un reinado de veinte años (1307-1327). A la altura del tamaño desafío que dicho rol representa, Agustín Pardella, se muestra acorde a las circunstancias. En gran desempeño, lo acompaña un sólido elenco de intérpretes integrado por Eddy García, Sofía Gala Castiglione, Patricio Aramburu, Luciano Suardi, Santiago Pedrero, Gabo Correa y Lalo Rotaveria.
Durante el dominio de Eduardo II, proliferarían actos que profanaron la dignidad de la corte e indignaron a la cúpula de la iglesia. No fueron pocos los escandalizados, dispuestos a especular respecto a quién se atrevería a 'meter mano' en el codiciado tesoro del rey. Mientras su mera existencia supo poner en peligro a la de sus semejantes, el martillo de dolor no tardó en golpear certero y atormentar. Coronado de miseria, traicionado y forzado a abdicar, sería ejecutado de forma salvaje. Una ley no escrita fue anunciada de labios de un posible verdugo: los hombres débiles deben caer.