Teatro / "EL SALÓN DORADO" (Teatro Nacional Cervantes)

24.04.2025

Créditos fotos: prensa TNC

Inaugurando la temporada del Teatro Nacional Cervantes, arriba a los escenarios porteños la esperada versión de "El Salón Dorado", sobre el cuento autoría de un referente de la literatura nacional, como Manuel Mujica Láinez. Lo hace en la imponente sala Luisa Vehil, con funciones de jueves a domingos.

Oscar Barney Finn, prolífico e ilustre referente de nuestro teatro, recibió tiempo atrás la invitación de Gonzalo Demaría, director del Teatro Cervantes, para llevar adelante la presente adaptación, la cual concibe en compañía de su habitual colaborador Marcelo Zapata. El material no resultaba ajeno al director, quien ya había realizado la adaptación del mismo para uno de los tres segmentos componentes del film "De la Misteriosa Buenos Aires" (estrenado en 1981). La afinidad y cercanía se prolongan inevitablemente al autor literario, a quien Barney Finn abordara mediante trabajos de dramaturgia que recrean las novelas "Los Viajeros" y "La Casa".

Tres mujeres son las protagonistas de este inmersivo relato de poder, sometimiento y encierro. Una de ellas es una dama exuberante, acaudalada y fantástica (soberbia Mercedes Fraile), con la que todos soñarían estar; es la dueña de casa y quien impone las reglas. Su vida comienza y termina dentro de cuatro fastuosas paredes. Hacia el interior de un salón dorado que luce impecable como antaño, los límites de la realidad pronto comienzan a difuminarse. La falsa seguridad que brinda la opulencia de la mansión más europea de Buenos Aires -una vieja casona del siglo XIX- no bastará para acallar el murmullo de voces en señal de alerta.

Entre objetos y pertenencias varias, cartas, recortes y antiguas fotos, la intransigente 'patrona', postrada y sumida en la soledad, atestigua el inevitable paso del tiempo y la circundante decadencia. De modo despectivo y sin piedad, califica. Por momentos, sus modismos, delirios de grandeza e irrefrenable declive nos hacen recordar a la Norma Desmond de "El Crepúsculo de los Dioses", interpretada por la fabulosa Gloria Swanson. Claramente, no todo puede volver a ser como antes.

Las relaciones que establecen el citado trío femenino complejizan el devenir de una serie de acontecimientos que nos interrogan respecto al lugar que ocupara la mujer en aquellas coordenadas. Deseos y amores frustrados podrían desencadenar un drama mayúsculo, atravesado por ausencias y presencia, en igual medida. La propietaria articula con el recuerdo de su dedicada sobrina y con su abnegada ama de llaves, impecables Malena Figó y Lucila Gandolfo, respectivamente. Poco a poco, la sumisión se volverá resistencia, y la lealtad rebelión.

Con sumo cierto y habilidad, la obra realiza un minucioso repaso de costumbres y dinámica de época, llevando a cabo un generoso fresco político y social de la Argentina de fines del siglo. Las apariencias de la alta sociedad y el conservadurismo aristocrático son representados ante la atenta mirada del público. La pieza se vuelve cada vez más mordaz, rumbo a un desenlace que lleva el sello maestro de la pluma de Mujica Láinez.

Mérito de un experto en la puesta escenográfica como Barney Finn, "El Salón Dorado" se convierte en una hipnótica propuesta. La utilización de la iluminación, la proyección de sombras y una omnipresente música incidental hacen de esta experiencia teatral de absorbentes sesenta minutos una invitación impostergable