Séptimo Encuentro Virtual: "LA CONDICIÓN HUMANA EN EL CINE"
Título original: The Pianist (Le Pianiste)
Año: 2002
Duración: 148 min.
País: Reino Unido
Dirección: Roman Polanski
Guion: Ronald Harwood. Libro: Wladyslaw Szpilman
Género: Drama | II Guerra Mundial. Nazismo. Holocausto. Música. Biográfico. Histórico
Sinopsis: Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío, vive con su familia en el ghetto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que vivir escondido y completamente aislado durante mucho tiempo, y para sobrevivir tendrá que afrontar constantes peligros.
Premios:
2002: 3 Oscar: Mejor director, actor (Adrien Brody), guion adaptado. 7 nominaciones
2002: Globos de Oro: 2 nominaciones: Mejor película y actor drama (Adrien Brody)
2002: Festival de Cannes: Palma de Oro
2002: 2 premios BAFTA: Mejor película y director. 7 nominaciones
2002: 7 premios Cesar incluyendo mejor película, actor, director. 10 nominaciones
2002: Premios del Cine Europeo: Mejor fotografía. 4 nominaciones
Link a película: https://www.youtube.com/watch?v=d9RRzmPEjBg
EN EL PRESENTE ENCUENTRO, ANALIZAMOS "EL PIANISTA", DE ROMAN POLANSKI
El veterano director Roman Polanski, nació en Francia y pasó su infancia en Polonia, donde perdió a su madre en el campo de concentración de Auschwitz. Con esta obra, -basada en hechos reales-, recrea su particular visión sobre este capítulo angustioso de la historia. "El pianista" recibió la Palma de Oro del Festival de Cannes 2002, además de tres Oscars en la categoría de director, actor y guión adaptado, y muchos críticos la consideran como el mejor relato cinematográfico sobre el sitio nazi en Polonia. Aunque la Guerra Mundial ya ha sido llevada a la pantalla en numerosas ocasiones, esta película nos relata una historia singular y verídica de un pianista, primero luchando contra la injusticia, luego sobreviviendo al más absurdo de los mundos.
La película de Polanski abre con unas imágenes documentales de Varsovia en el año 1939 mientras que suena de fondo la nocturna de Frederick Chopin interpretada por las manos de Władysław Szpilman, pianista y compositor judío (un insuperable Adrien Brody) sobre el que versa el largometraje. Imágenes documentales de la aparente normalidad de la ciudad de Varsovia donde de la posterior división del gueto y el horror del exterminio nazi sólo nos queda una ficción, un pre- y post- y la incapacidad de imaginar lo que sucedió en medio. Algo sobrevive en medio de las ruinas, el lenguaje, y Polanski hace especial ahínco en el lenguaje musical, pero sin olvidar que lo que también sobrevivió fue nuestra capacidad de seguir produciendo ficción, y largometrajes. Polanski consigue sobrellevar un relato que podría pecar de excesivo dramatismo y que sin embargo nos dice mucho más sobre el propio genocidio y sobre nuestra condición humana.
Lo que vale en "El pianista" no son los hechos sino la necesidad de comprensión de los mismos; el filme de Polanski no es una película histórica sino una reflexión sobre las personas que vivieron esos tiempos. No era fácil para el director polaco afrontar el reto de "El Pianista", sujeto al formato de relato basado en autobiografía y siendo testigo de los acontecimientos que se sucedieron en el gueto de Varsovia. El espectador asiste a la escalada de agresión que se va produciendo con la comunidad judía y donde los protagonistas viven la contradicción de negar los hechos para aceptarlos a posteriori. Esta parte inicial del filme es la que se acerca más a la visión que hasta ahora hemos tenido del holocausto (veasé el ejemplo de "La lista de Schindler") y donde vivir o morir es fruto de cualquier golpe del destino.
Aquí se reconocen muchos de los temas que aparecen en la filmografía de Polanski pues el encierro y el aislamiento en los diferentes lugares por donde pasa terminan conduciéndole a una situación de locura, donde resulta difícil distinguir la realidad de lo que no lo es. Pensemos en las claustrofóbicas "Repulsión", "El Inquilino" o "Yo Acuso". Todo ello, como suele pasar en sus filmes, va encadenándose y crea una espiral cada vez más alucinante, pasando ante sus ojos los diversos acontecimientos y que culmina, al final, con un enorme plano grúa que se eleva mostrando el resultado final: toda la ciudad como una sola ruina en uno de los planos más desesperanzadores que hemos visto últimamente y que contrapone ese gran plano general a una planificación basada, hasta ese momento, en planos cercanos.
El aislamiento acaba conduciendo a la locura y resulta difícil para este pianista distinguir la realidad e imaginación. "El pianista" se convierte, además, en una denuncia no solo de la barbarie nazi sino también de toda la maldad que la guerra trae consigo. La estrategia narrativa seguida por Polanski, de modo ascético, es la del realismo y la sobriedad absolutos, y se entrega a ello sin otro deseo que el de hacer una gran película sobre un tema que a él le dolía en lo más profundo. Y, como en sus mejores películas, cuenta la historia de una degradación progresiva. Polanski va incrustando, aquí y allá, recuerdos de su niñez, detalles horripilantes, que suenan a certeros y auténticos, y que aportan una dimensión conmovedora y crudísima a una película cuya oscuridad resulta inolvidable. Sin embargo, es notable que Polanski lo cuenta todo sin ánimo de revancha, sin cargar las tintas ni hacer un relato maniqueísta. No hay extremos de bondad o maldad. Nadie se excluye a la culpabilidad de tanta muerte y tanto sufrimiento. La elegancia y la contención del director son dignas de todo elogio.
Las últimas imágenes, con el triunfo de la vida sobre la muerte, viendo tocar pletórico a Szpilman, son la verdadera venganza de Polanski frente a la locura y el fanatismo. El director reivindica su grandísimo talento con un acto de sinceridad y redención.