Segundo Encuentro Virtual: "ROMA, CIUDAD ABIERTA"

14.06.2021

El lunes 14 de junio, en el marco de la Mesa de Trabajo de Personas Mayores de la @unlp, con la coordinación de la Secretaría de Relaciones Institucionales de la #UNLP, se llevó a cabo el segundo encuentro online de la Comisión La Condición Humana en el Cine.

La propuesta de trabajo para este encuentro consistió en propiciar un espacio de análisis y reflexión en torno a los sentidos generados por la película italiana Roma, ciudad abierta (1945), dirigida por Roberto Rossellini 

Temática: drama bélico neorrealista, las consecuencias de la guerra.

Sinopsis: Segunda Guerra Mundial. Estando Roma ocupada por los nazis, la temible Gestapo trata de arrestar al ingeniero Manfredi (Marcello Pagliero), un comunista que es el líder del Comité Nacional de Liberación. Pero en la redada Manfredi consigue escapar y pide ayuda a Francesco, un camarada tipógrafo que en unos días se casará con su novia Pina (Anna Magnani), una viuda con un niño. Además el cura de la parroquia, Don Pietro (Aldo Fabrizi), también apoya la causa e intenta ayudar a Manfredi y los partisanos de la resistencia.

Link: https://www.youtube.com/watch?v=PxzBKEAAYQo

1946: Nominada al Oscar: Mejor guión

1946: Festival de Cannes: Gran Premio del Festival (Ex-aequo)

1946: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera


Roberto Rossellini nace en Roma en 1906 y a mitad de los años treinta se acerca al cine y realiza, como editor y como realizador, algunos cortometrajes para el Instituto Luce y, en 1941, debuta como director con La nave blanca. Durante sus primeros años, llevaría a cabo una toma de conciencia acerca del estado propagandístico del cine de su país natal, buscando cambiar tal noción. Con "Roma ciudad abierta", obra maestra que da inicio al neorrealismo italiano persigue su veta testimonial; a la que le siguen otras dos películas excepcionales: "Paisa" (1946) y "Alemania año cero" (1948). Luego, realiza "Stromboli" (1950), película con la cual inicia una larga colaboración con Ingrid Bergman, junto a quien rodaría media docena de films. La actriz participará en películas que, con un lenguaje innovador tratan el tema de la soledad del individuo. En las postrimerías de su trayectoria, incursionaría en el cine documental ("India", 1959), para luego emigrar al formato televisivo en búsqueda de concretar un utópico proyecto educativo-pedagógico absolutamente ambicioso que revisionaba algunas de las figuras históricas más relevantes de la humanidad (como Sócrates, René Descartes, Blaise Pascal y Luis XIV, entre otros). Es uno de los cineastas fundamentales de la historia del cine italiano.

"Roma ciudad abierta" es el primer episodio de la trilogía neorrealista de Rossellini, y ha sido reconocida universalmente como una obra maestra, un símbolo del neorrealismo. En un país devastado por la guerra como era Italia en 1945, el surgimiento de un arte tan necesitado de mostrar la realidad la posguerra nos muestra las relaciones que traba el cine con la condición humana. En tales circunstancias, surgió el que quizá sea el movimiento cinematográfico más importante e influyente de la historia de la industria italiana. Y quizá el que mejor ha sobrevivido como movimiento general, vigente y homogéneo, vale notar que, aun, directores en la actualidad se inspiran en dichas películas. Sin duda, la película que proporcionó las bases y dio el impulso al neorrealismo fue sin duda Roma, ciudad abierta, reuniendo todas las características técnicas que distinguen al mismo.

La acción de la película transcurre en Roma, en 1944. Incluso casi ochenta años después, nos llama la atención la contemporaneidad con la que fuera rodada, y la encomiable capacidad para reflexionar acerca de determinados sucesos históricos, sin la distancia y objetividad que suelen brindar el paso del tiempo. La ciudad que nos muestra el film está dominada por las tropas alemanas, tras la caída del fascismo. Observamos un punto de partida argumental: el ingeniero Manfredi, jefe del grupo comunista de la Resistencia, se refugia en casa de su amigo Francesco cuando es perseguido por la Gestapo. Ambos líderes de la resistencia buscan apoyo económico en Roma, ayudados por Don Pietro, sacerdote que pertenece a la causa. Manfredi encuentra a Francesco antes del matrimonio de este con Pina, una joven viuda embarazada. Contactado Don Pietro y conseguido el dinero, los líderes se disponen a huir, pero todos son traicionados, gracias a una delación que hace Marina, antigua novia de Manfredi, y son así puestos en manos de los alemanes, comandados por el Mayor Bergmann, quien acaba torturándolos cruelmente y luego asesinándolos sin poder obtener información sobre los planes de la resistencia.

Este es un clásico manifiesto del insurgente neorrealismo. Rodada pocas semanas después de la liberación de Roma por los aliados, narra los últimos días de la ocupación nazi. No se trata de una reconstrucción estrictamente documental sino, vale aclarar, de una ficcionalización que testimonia con emotividad. Hacia mediados de los años '40, "el neorrealismo es hoy nuestra única bandera", decía el guionista de Vittorio De Sica, Cesare Zavattini, autor de los clásicos "Ladrones de Bicicletas" y "Umberto D". Desde hacía algunos años, el régimen totalitario de Mussolini tenía una idea muy particular del arte, al que equiparaba con la realidad derivada de un sueño. Esta distractora "estética sin ética" llevó a la creación de un cine irreal, con películas y documentales propagandistas que alababan sin delicadeza alguna al estado y a sus obras, acompañados de dramas pseudo históricos sobre Roma y sobre el renacimiento; comedias populares y melodramas aristocráticos que mostraban una Italia tan pujante, aristocrática y feliz como inexistente. Lo que aquí en nuestro país se dio en llamar "comedias de teléfonos blancos".

La historia nos cuenta que el 10 de septiembre de 1943, tropas alemanas entran a Roma y la declaran ciudad abierta. Mientras, los estudios de Cinecittà, que luego cobijarían gran parte del cine clásico de los años 60 y 70, son expropiados, cerrados y convertidos en campo de refugiados. En enero de 1944 el Comitato di Liberazione Nazionale Alta Italia se declara gobierno provisional del norte. La resistencia se organiza y es fuertemente reprimida, pero el 4 de junio Roma es liberada, tras nueve meses de invasión. Rossellini, junto a Aldo Vergano y Alfredo Guarini crean en agosto de aquel año el Sindicato de trabajadores del cine (Sindicato Lavoratori del Cinema), en busca de erradicar al régimen fascista dentro de la industria fílmica.

En aquel explosivo caldo de cultivo, Rossellini empieza el rodaje de Roma, ciudad abierta. La historia -del guionista comunista Sergio Amidei, con asistencia de Federico Fellini- estaba pensada originalmente para la realización de un cortometraje documental sobre el fusilamiento de un sacerdote, Don Giuseppe Morosini, a manos de los alemanes, en marzo de 1944. Otros eventos y sucesos se fueron sumando, y se trató luego de conformar una historia episódica, pero se optó finalmente por una crónica sobre los días de la Roma ocupada, con foco en diversas historias entrelazadas, incluyendo una basada en la muerte de Maria Teresa Gullace, una mujer embarazada que fue asesinada por los nazis frente a su esposo e hijos en 1944.

El neorrealismo, como lo conocemos, tuvo una inesperada fuente, a partir del propagandismo fascista, y su mensaje de lucha y vida se expandiría a partir de allí con inusitada y vibrante fuerza. Por ello, el cine neorrealista representó un corte franco y agudo con el cine que se venía haciendo en el país: gran número de las técnicas usadas por los filmes clásicos del neorrealismo conformarían su singular identidad. El uso de actores no profesionales podemos verlo en numerosas películas. El filmar en escenarios naturales era una novedad, en estilo semidocumental. Sobre la imposibilidad de usar sonido directo, el autor Peter Bondanella afirma que "aunque es verdad que la carencia de sonido durante el rodaje le dio al director más libertad de movimiento con su cámara -lo que muchos críticos tradicionales ven como un factor del mayor realismo del filme- doblar el sonido en un estudio ciertamente no crea un vínculo directo al mundo "de allá afuera", la que se supone era la meta estética neorrealista: revelar la más cruda realidad del modo menos intervenido posible".

La película describe la situación de Roma en los últimos años de la ocupación alemana y fue rodada al terminar la guerra en los decorados naturales de la devastada ciudad, con mayoría de actores no profesionales (otra constante de Neorrealismo) excepto Anna Magnani y Aldo Fabrizi. Los medios técnicos son escasísimos e Italia apenas lograba levantarse de sus escombros; lo que se ve es una fotografía perfecta que saca el mejor partido a la luz natural. Básicamente, se pretendía encontrar una estética cinematográfica transparente que permitiera mostrar, denunciar y crear consciencia sobre lo vivido, sin tener que apelar a falsas y atrevidas manipulaciones de la historia: que la vida real fluyera en el cine, pero -obviamente- apelando a la estructura narrativa de este medio, diferenciándolo así del documental como tal. Lo dice con más claridad el propio Rossellini: "Dar su exacto valor a cualquier cosa, significa conocer su sentido auténtico y universal. El realismo entendido como la forma artística de la verdad. Cuando se reconstruye la verdad, se obtiene la expresión. Si es una verdad impostada, se advierte su falsedad y no se logra la expresión".

Estrenada en un momento de encendido fervor patriótico, "Roma, ciudad abierta" fue, a diferencia de sus congéneres neorrealistas, un auténtico éxito en taquilla y ganaría sin atenuantes el Gran Premio en el primer Festival de Cine de Cannes, donde fue presentada en 1946. Como se ve, la época era propicia para las historias de valor nacionalista, pero no pensemos en este filme de Rossellini como una epopeya de inmensas proporciones. La narración de Roma, ciudad abierta es de una sorprendente economía e intensidad argumental, asociada a una gran sobriedad en el uso de recursos formales. Sobresale en la película la actitud ante la vida de sus personajes, su lucha, sus ambiciones y su solidaridad, lo que ha pervivido como ejemplo y modelo en el cine, con una profundidad y humanidad que desde entonces ha inspirado a muchos otros personajes y, desde luego, a nosotros como espectadores.

Su impronta se mueve entre el documental y la ficción, aunque varios de los sucesos (la resistencia de los niños romanos o el fusilamiento del cura) están basados en sucesos reales, y el ambiente de las calles está recogido sin casi planificación. Una película inolvidable, que sorteando maniqueísmos y patrioterismo, nos acerca a la imagen pura de la lucha y la esperanza. La decisión de mezclar actores profesionales con gente de la calle se revela acertada en "Roma, ciudad abierta"; de esa manera Rossellini logra un paisaje humano creíble y cercano, que al ser atravesado trágicamente por la violencia de los opresores nazis deja al espectador d ella época con la sensación de estar asistiendo a algo tangible.

En particular, hay una cualidad coral que denota. La película realista es intrínsecamente colectiva, no hay héroes individuales en esta historia. Sumado a ello, el alabado tono documental de la cinta se logró no solo gracias a los escenarios callejeros, sino a la falta de adorno de las escenas, a la manera de un reportaje noticioso real. Con Cinecittà cerrada, se filmó en las calles durante la noche: muchos de los escenarios interiores se rodaron en el sótano de un edificio. El mejor ejemplo de realismo corresponde al momento de la muerte de Pina, a manos de los soldados alemanes: el director utiliza un plano general, acopla los disparos y la caída al piso y luego realiza un único corte, cuando su hijo llega a abrazarla seguido por Don Pietro. La angustia y el dolor son enormes, pero nada en la película manipula este instante, prefiriendo un uso de tiempos reales y otorgando libertad a la subjetividad de la mirada, como luego apuntaría el crítico André Bazin. Ahora, el cine mostraba ese escenario tal como era, sin especulaciones: la vida y la muerte de forma gráfica.

Aquel mismo pueblo romano, eran a su vez los héroes. La gente del común, era reconocida en su arrojo, puesta en el centro de una historia que era testimonio. No por mostrar la verdad se dejaba de hacer arte, e incapaz de hacer una narración completamente explícita, Rossellini llena a "Roma, ciudad abierta" de maravillosos y pequeños detalles cinematográficos, que antes que restarle autenticidad le añaden valor: Don Pietro intentando jugar fútbol con sus pupilos, la sombra de los niños subiendo las escaleras, la visión a escondidas de las piernas de las mujeres, la grúa circular que acompaña en su ascenso al sacerdote y al monaguillo en busca de las armas, y sobre todo, un fresco tono humorístico en medio de las desgracias que no cesan. Tampoco el compromiso político está ausente: la película no es un manual panfletario, pero son inocultables sus intenciones pro patrióticas y anti invasoras, manifiestas en las palabras de Francesco a Pina en las escaleras del edificio, un llamado a no claudicar la lucha, a conservar la esperanza, a recordar que se tiene la libertad entre las propias manos. Aporta al vuelo metafórico la inesperada y fugaz toma de conciencia de uno de los oficiales alemanes luego de las capturas: vacuo ante tanta violencia, se confiesa hastiado y aterrado de hasta dónde son capaces -ellos mismos- de llegar para conseguir sus oscuros fines; más tarde será el mismo quien comande el pelotón que fusila a Don Pietro. El horror en su más grande contradicción.

Las difíciles condiciones de filmación de esta película alcanzaron tintes anecdóticos y míticos, que hasta dieron lugar a una novela, "Celuloide", de Ugo Pirro y luego a partir de ella, a una película homónima de Carlo Lizzani estrenada en 1997. Así, con esta obra magnífica, Rossellini abría las puertas del cine italiano neorrealista, lanzando una proclama de libertad que se escuchó alta y clara. Rossellini, siempre preocupado por hacer un cine no solo comprometido con la realidad sino capaz de transformarla en su vehículo, considera al arte cinematográfico como un instrumento pedagógico para comprender nuestra realidad y nuestras sociedades.