Películas / "DESAFIANTES"
★★★★
Luca Guadagnino, responsable de títulos como "Llámame por tu Nombre" (2017) y la remake de "Suspiria" (2019), sorprende al panorama cinematográfico actual con la reciente "Desafiantes", erróneamente publicitada como un recargado thriller erótico. El relato nos adentra en la progresión, a lo largo de casi quince años, de una relación amistosa que deviene en triángulo amoroso. Con gran detalle y realismo, Guadagnino se dedica a filmar estrategias de sexo y poder, extrayendo logradas analogías respecto a triunfos y fracasos de la vida en pareja que espejan a la trayectoria deportiva. Dos tenistas profesionales comparten el éxito deportivo y empresarial, mientras un tercero en discordia amenaza con convertirse en elemento disruptivo. Inmersos en una insinuación de ménage a trois no consumada, resulta fundamental entenderse mientras los demás miran. El rectángulo está dispuesto para sacar a relucir tensiones y enfrentamientos vinculares; porque, cuando el otro tiene lo que se pretende, solo se trata de ganar los puntos que importan. Haciendo de la omnipresente música de la efectiva dupla Reznor-Ross un formidable bastión, el realizador italiano rueda con pericia las competencias, con frecuencia utilizando el P.O.V., sumado a una gran variedad de planos que se detiene en rostros y gestos de notable expresividad. El recurso del flashback contribuye como columna vertebral e hilo conductor a la hora de graficar la transformación de un amor. Poco se apiada el realizador de sus criaturas, a quienes reviste de dudas, miedos, miserias y falibilidad. Quien más, quien menos, considerablemente reprimidos, calentones, histéricos e indecisos, saben bien impostar el rol que les toca, a punto de llegar a decisivo match point. Aunque, por sobre todo, "Desafiantes" pone el acento en la implícita homosexualidad sublimada: la comida se convierte en símbolo fálico y ritual compartido. De un lado u otro de la red, el espíritu competitivo aflora, al tiempo que las lesiones dimensionan el auténtico dolor de perder. Luego, será hora de recuperar la confianza en mentalidad tenística a veinticuatro por siete. Emerge allí la figura de una mujer sin escrúpulos, capaz de llevar hasta el límite de lo moral a sendos contrincantes. Y no hay saque favorecedor, una vez las reglas impuestas (tanto del amor como del juego) corren riesgo de ser rotas, de modo irreparable.