Películas / “LA PRIMERA PROFECÍA” (Arkasha Stevenson)

17.04.2024

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En la ciudad de Roma, en 1971, se escenifica este ejemplar del cine de terror religioso. A la profusa historia y rendimiento en taquilla de dicho sub-género podemos atribuir la continua proliferación de un tipo de productos funcional al impacto inmediato; si echamos un vistazo, el último lustro arrojará títulos rendidores, aunque carentes de buen gusto cinematográfico: "La Monja", "La Luz del Diablo" y "Ruega por Nosotros" son solo algunos de sus exponentes. Aquí, la idea principal parte de concebir una precuela de uno de los grandes clásicos del terror de todos los tiempos: "La Profecía", dirigida por Richard Donner en 1976. No obstante, a lo largo de las últimas décadas, la franquicia se pobló de continuaciones de escaso rigor, hasta convertir a la versión original en un estigma de calidad insuperable. Ante tamaño desafío se postulaba Arkasha Stevenson, uniendo fuerzas con el productor David S. Goyer ("Saw"), a la hora de adaptar el libro escrito por David Szeltzer, sobre una historia firmada por Ben Jacoby. La mirada feminista de la realizadora prima sobre una trama que sabe bien cómo incrustar perturbadoras ideas en nuestra cabeza, en pos de generar sustos por doquier. No siempre acierta, aunque no tardaremos en comprender la raíz del mal: la procreación del Anticristo es un secreto a voces que cierta facción ocultista de la Iglesia Católica decide preservar. Con espíritu crítico en igual medida que fantasioso, la realizadora hace hincapié en la crisis de fe imperante, camino a ilustrar una especie de posesión diabólica que se emparenta, en estímulos y reacciones, análoga al placer sexual. Las chicas malas aún van dónde quieren, y es así como la sorprendente Nell Tiger Free se convierte en el centro de un relato que mixtura lascivia, pecados capitales, incendios a lo bonzo y blasfemia por doquier. La secundan Ralph Ineson, Sonia Braga y Billy Nighy. Estéticamente, "La Primera Profecía" recurre a una fotografía más bien apagada, amparándose en un tétrico acompañamiento sonoro para generar dosificado pavor; y si bien dilapida suficiente potencial en la resolución de ciertos pasajes, la marca de autor prefiere no abusar de efectos visuales a la hora de graficar aterradoras representaciones del mal, prefiriendo capturar el horror más puro desde primeros planos que francamente incomodan. Con originalidad, coloca a la indefensa Margarita a merced de su maestro; a punto de ser sexualmente poseída, la imagen más perturbadora nos devuelve más de una similitud con la grandiosa "Cabeza de Medusa" de Caravaggio. El mal está a punto de dar a luz y es hora de desterrar a la 'mujer fracaso', aunque el desenlace se vuelva inverosímil y forzado en su resolución.