Películas / “ANATOMÍA DE UNA CAÍDA” (Justine Triet)

15.02.2024

★ ★ ★ ★

El cine según el viejo Sam Fuller debía tener los siguientes ingredientes: amor, riesgo, transgresión, inteligencia, acción y emoción. A "Anatomía de una Caída" no le falta absolutamente nada: es una atrapante mixtura de thriller policial, drama familiar y proceso judicial. Nominada al Oscar en cinco categorías, después de haberse alzado con diversos premios a nivel mundial (Golden Globes, Critic's Choice, Palma de Oro en Cannes), recuerda al fenómeno en habla no inglesa que el año pasado causara la reversión alemana de "Sin Novedades en el Frente". Aquí, la literatura se confunde con el cine para llenar los espacios vacíos del imaginario colectivo, en busca de una construcción de verdad. No obstante, cabe decir, los créditos finales nos encontrarán debatiendo con el espectador contiguo: ¿qué fue lo que ocurrió aquel fatídico día? Sandra, una escritora alemana, vive con su marido Samuel y su hijo ciego, Daniel, en un retirado chalet de los Alpes franceses. Cuando su pareja fallece en misteriosas circunstancias, la investigación la coloca como principal acusada. El film, de impecable acabado estético, nos sorprende con un excelente trabajo de planos, una original mezcla de sonido y una música intradiegética inquietante. Trabaja con puesta en abismo, se apoya en el valor de un flashback y varía su focalización. Presten suma atención a cada diálogo, porque el guion de Arthur Harari siembra pistas a cada paso, a medida que reconstruye las fatídicas horas de un desenlace trágico. Dirigida por Justine Triet, también puede comprenderse esta obra como una conjunción de valores que se complementan: arte y vida, creación y muerte. La dupla de autores coloca sobre la mesa temáticas de álgido debatir: la elaboración de un duelo, la asistencia a una discapacidad, la disfuncionalidad de una pareja, los celos y la competencia profesional, el rol del aparato judicial. Si posicionamos el punto más crítico sobre el aspecto ético/moral, objetaremos dos cuestiones que no pasan desapercibidas: quizás el crimen más atroz sea el innecesario maltrato animal que la cámara registra, así como tampoco resulte en un todo acertada la manipuladora exposición mediática y judicial que sufre el menor de edad implicado indirectamente en el caso. La ficción debería de tener límites…