Julio '24 - Pedro Aznar celebró cincuenta años de música en el Auditorio Belgrano
En el Auditorio de Belgrano, recinto que, a lo largo de los últimos años, se ha convertido en un infaltable para que Pedro Aznar celebre en cada julio su cumpleaños, volvió a encontrar al querido músico con su público, aunque, en esta ocasión, el motivo es doble: dar el puntapié inicial a la esperadísima gira "5.0", que se prolongará por todo el territorio nacional, y en la cual Pedro repasará cinco décadas de intachable trayectoria musical.
En el primero de tres encuentros pautados en el auditorio, y a lo largo de dos horas y media de show, uno de los pilares de nuestro rock vernáculo sorprendió a sus fans con un repertorio absolutamente renovado, a través del que se propuso, de modo cronológico, hacer escala en todas sus etapas profesionales, desde Madre Atómica, hasta nuestros días, y en línea similar a lo hecho algunos años atrás con la retrospectiva "Resonancia". Bajo la intención de rescatar (al menos) una canción de cada disco editado a la fecha, no quedó -casi- nada afuera, teniendo en cuenta lo dificultoso que resulta reunir en un solo concierto la totalidad del cuerpo de obra de un artista tan inquieto y polifacético, cuya indeleble huella se instala en la grandeza de las bandas que integró (Alas, Serú Girán, Spinetta Jade, Pat Metheny), incursiona con éxitos en las bandas sonoras de cine (sus recordadas colaboraciones con Eliseo Subiela son un buen muestrario), se aventura en la musicalización del universo borgeano ("Caja de Música") o prolifera en bienvenidos duetos con colegas (el chileno Manuel García o el violinista Ramiro Gallo).
Un distendido anfitrión compartió con su público las sensaciones de una velada especial que agasaja el propio legado. Entre canción y canción, hubo tiempo para anécdotas emotivas, como aquel bautismo neoyorkino junto a Charly y su polivalente participación en la grabación de "Clics Modernos" (1983). Disco para el cual, Pedro había sugerido precisos arreglos que no fueron atendidos; con motivo de la celebración no nos iba a privar, y es así como sonó una magnífica versión de ese himno llamado "Los dinosaurios". Singular interés despertó en el destacado multi instrumentista rememorar los mayúsculos desafíos de incorporarse a una formación de calibre internacional como Pat Metheny, llenando los zapatos de una tamaña figura como Nana Vasconcelos. Más referentes acudieron al recuerdo, y esta vez fue el turno de su admirado Elton John; si una virtud posee Pedro, entre muchas, es enaltecer las apropiaciones de temas ajenos: eso hizo con "Ya no hay forma de pedir perdón", desde su inesperado debut en un teatro de París en 1994 a su grabación con instrumentos de orquesta en los estudios Abbey Road.
Durante la totalidad del show pudimos disfrutar el excelso arte interpretativo de un cantante y compositor en la plenitud de sus destrezas. De los apabullantes solos de bajo a la guitarra con slide, de virtuosos pasajes en teclado a la reproducción en simultáneo de capas de sonido que visten la belleza de una canción. Si la carrera de Pedro es sinónimo de perfeccionismo, su singularidad podemos medir gracias al nivel de compromiso, atención y detalle que muestra en cada tramo del repertorio. Pocos músicos pueden sonar igual de bien en estudio que en vivo, y Pedro tiene la infrecuente capacidad de prolongar esa magia, de congelar esa pintura sublime e inscripta que es el lenguaje musical, captando la vibración encerrada en el disco y replicándola en ondas que viajan por el aire. De allí, directo a nuestros corazones…inasible misterio y clave hallada.
La banda tocó con inmensa cohesión y potencia, mérito de un grupo de músicos talentosísimos: los históricos Julián Semprini (batería) y Alejandro Oliva (percusión) se complementan con Matías Martino en teclado y Matías Tozzola en guitarra eléctrica ( cuya impronta se luce en la porción más rockera del recorrido). Un exultante Pedro continuó sorprendiéndonos con hitos de su profusa cosecha musical, intercalando clásicos y 'lados B'. Su voz es instrumento, sin medio intermedio entre el cuerpo, la poesía y nuestros oídos; en su magnífica ejecución vive la canción popular a la que hace honor. Eslabón de una gloriosa estirpe, alguna vez fue él a quien la tribu abrió las puertas. Luego, suya fue la misión de homenajear al entrañable amigo que ya no estaba. Todos conservamos intactas las instancias de aquella fría noche de abril de 2012, y aunque Pedro no lo nombre, embargado por la emoción, todos pensamos en Spinetta.
Camino al desenlace Aznar se reservó una sorpresa: el estreno del inédito "No es por ahí". Acto seguido, y último de los bises, una conmovedora variante a capella de "Quebrado", quizás el tema más representativo de toda su carrera solista. Imposible no maravillarse: el atávico poder del brujo que cuenta historias y le pone melodías a momentos inolvidables de nuestras vidas está allí, sobre el escenario, haciendo lo que mejor sabe. ¿Cómo no decirle gracias?
Setlist:
El grito de dolor de la muerte es el silencio
Paranoia y soledad
Culpable eternamente
Septiembre
Los dinosaurios
Hablando a tu corazón
Fotos de Tokyo
Sueño del retorno
Mientes
A cada hombre cada mujer
Ya no hay forma de pedir perdón
Como la cigarra
Dicen que dicen
A primera vista
Faro de los ahogados
La abeja y la araña
Calling you
Seguir viviendo sin tu amor
Rencor
Cómo un león
Tango putain
El cosechero
Corpoland
Tu madre fue una perra
BISES:
Diamante
No es por ahí
Quebrado